domingo, 31 de diciembre de 2017

Navegando

Graffiti en Cáceres
Casi todos los días salgo a navegar por este proceloso, inmenso y virtual océano, que es la Internet de las cosas. Por allí estiro, me tiro y me enredo en sus redes sociales. Con ellas y entre ellas pesco de todo, grandes pecios y tesoros que creía haber perdidos, bancos de banalidades, islas flotantes de desperdicios, barcos fantasmas cargados de políticos y mercachifles, barracudas y tiburones con carnaza entre los dientes, ingenuas sardinas y boquerones que se agrupan y que se creen poderosas, y hasta me cruzo con barcos de verdaderos piratas que quieren robarme mi vida on line.
Es lo que tiene esto de la navegación virtual, que parece que no estás quieto, pero lo estás. Que crees que eres un navegante solitario, pero millones de ojos te están observando. «Miró por sobre el mar y se dio cuenta de cuan solo se encontraba» decía E. Hemingway en “El viejo y el mar”.

viernes, 29 de diciembre de 2017

De caerse muerto

Cuando se llega a cierta edad, irremediablemente se abre un ciclo en nuestra vida que a casi todos nos pilla desprevenidos, a pesar de que ya estábamos avisados: el de ver morir a nuestros progenitores y allegados, que por eso que mal llamamos “ley de vida” cumplen con el inexorable trance de poner fin - de mejor o peor manera - a su ciclo vital.
Pascal decía que “no habiendo podido los hombres remediar la muerte, la miseria y la ignorancia han imaginado, para ser felices, no pensar en absoluto en ellas.” Bueno, pues aunque no pensemos en la muerte, la parca siempre nos gana la partida, y tan segura está de ello, que hasta nos da toda una vida de ventaja. Y es que la muerte es algo inevitable que tarde o temprano todos vamos a experimentar. El resto de cosas que pueden ocurrir no tienen el mismo nivel de seguridad.
La muerte es algo que siempre ha inquietado y preocupado al hombre desde la antigüedad, llegándose a convertir en algo tabú o desagradable de comentar, pero a pesar de ello es un tema recurrente tanto para la filosofía, la ciencia, la religión o el arte, además de para la economía, pues hoy en el mundo materialista en que vivimos, morirse no sale gratis, vamos que si no tienes dinero no tendrás “donde caerte muerto”.

(Villena - imagen de Internet)

Y es que ni la depredadora Hacienda publica, muestra ninguna conmiseración con el fallecido y mucho menos con sus deudos, pues hasta la ultima factura que paguemos llevará un recargo del 21% de IVA, es decir, que podemos caernos muertos cuando queramos, lo que ya no vamos a tener tan seguro es que nos puedan enterrar.